SOBREMESA SOBRE LA POESÍA RECIENTE VI
En 4 diciembre, 2017 | 0 Comentarios

Entre risas y tomándoselo con buen humor le responde desde el otro lado de la mesa:

         – Algunos es que no tenéis arreglo. Tanto romanticismo os hace perder la perspectiva de la vida. Reflexionad y veréis como no hay más vida que ésta. Que al fin y al cabo es un transcurso entre ruinas pero en el que está demostrado que si lo aceptas pues puedes llegar a ser feliz, como pasa en el poema de Ada Salas (Cáceres 1965)

HUNDE

Hunde

la casa.

Trabaja noche y día

en destruirla

pues noche y día habrás trabajado

para esconderte en ella.

Destruye hasta que nada

entre el escombro

te sea reconocible.

Comparte la intemperie

con otras alimañas.

Acostúmbrate al frío.

A ese brillo 

mortal

de las estrellas

al ojo indescifrable

que habías olvidado.

Porque solo las ruinas

–lo supiste

una vez

por qué en tu descuido

lo habías olvidado–

porque solo las ruinas

pueden

en verdad

habitarse.

         Luego de leer con gusto este poema añadió: –Habita con gusto ruinas con la mejor sonrisa, se positivo y olvida la muerte.

         Negando con la cabeza con claros ademanes de no compartir lo dicho, su amigo sentencia:

         –¡Qué triste! Tanto rato conversando para seguir distanciados. Me es imposible renunciar, aunque comprenda muchas de tus razones, a lo irracional y a lo mágico. Como expresa Lorenzo Oliván (Castro Urdiales 1968)

CUERPOS II

Morder el solo límite

ya casi traspasado

penúltima frontera de la vida

lugar en que la carne

quiere salir de sí

hecha ya puro olvido de la carne

y en que la sangre empieza a dar indicios

de su furiosa vocación de ala

Morder lo rojo al rojo

cuando aún

encierra su estallido en lo más blanco

Sexo

         labios

                   morder

morder un cuerpo

por donde

         a flor de piel

                   más cuerpo es

por donde allá en la cima

última o mirador a que se alza

por un instante es mucho más que un cuerpo

         Y al despedirse  hasta el día siguiente de la gente de la cafetería, recuerda mirando al espejo:

–Apresar eso que es más que un cuerpo, sí, apresar un alma. Mientras añade un precioso haiku:

Este camino

ya nadie lo recorre

salvo el crepúsculo

Basho. 

Julio Alcalá

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