Libros para el placer de comer
En 25 julio, 2017 | 0 Comentarios

Hay una gran proliferación de libros de cocina. A mi particularmente me gustan los de Arguiñano por su irreverencia. Y después los que llevan recetas de la abuela. Con el Santa Rosa o un Bahía de Denia que acabo de descubrir me pongo entre fogones y leo estos libros con afición. Nunca cuadro los ingredientes, pero el sabor de cada una de las piezas me deja el estómago agradecido. El placer es la lectura del libro.

 

Pero me interesan hoy los libros que hablan de comida porque el autor incorpora el plato forzando el argumento de la novela. Por ejemplo así lo hace Alicia Gris en el sótano de la Biblioteca Nacional en la novela El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón.  Alicia se come entre libros milenarios y saberes escolásticos un pepito de lomo y una cerveza. Glorioso. ¡Que placer un pepito entre tanta sabiduría! Por cierto. Tendré que tomarme un pepito de lomo con el sabio Miguel Angel Cerdán Pérez que me recomendó este libro.

 

El comisario Jaritos (Petros Markaris) siempre se encuentra más a gusto investigando un crimen cuando su mujer le prepara unos tomates rellenos. Y Dora León pone a Brunetti como un moto cuando su mujer le prepara unos spaghettis a la arrabiata. Un Brunetti que bebe una magnífica grapa  al final de la cena. Ni Bond, James, lo supera con su dry batido pero no agitado.

 

Son siempre las novelas de detectives los que mejor hablan de comida. Kostas Jaritos, Brunetti y nuestro añorado Pepe Carvalho. El resto de los autores españoles de novela negra no son muy dados al placer del paladar. Petra Delicado o Chamorro se contentan con unas hamburguesas y patatas fritas. Ellas se lo pierden. Pero les pasa lo mismo con los vinos. Se contentan con cualquier cosa.

 

Es habitual ese temor religioso de mezclar los placeres. Hay que hacer un buen coktail de los cinco sentidos y el sexto que es el placer por el placer. Leer, beber y amar. Por eso mi libro de cocina referencial y al que reverencio es el de Manuel Vazquez Montalba sobre recetas inmorales. Hay uno de recetas de Carvalho, pero ese me trae nostalgias familiares.

 

Las recetas inmorales son la cosa más sublime que uno pueda aplicar en la cocina, en la mesa y en la cama. Las comporaciones entre el steak tartare y una felatio. O un buen plato de judías con chorizo y el mirar a Cuenca son de antología. Olviden a Arguiniano o a Ricard Camarena y apuesten por Montalban y sus recetas inmorales. Compren uno y regalen otro, por si acaso algún día van de visita.

 

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